El derecho a sentir

 Hace un tiempo atendí a una consultante que quería trabajar su dificultad para expresarse.


Sentía que había perdido sus ganas de escribir. La escritura y sus emociones eran de mucha importancia en su vida y que las había perdido.


Trabajamos con aceites esenciales y también hierbas medicinales. 


Luego de unas semanas me cuenta un recuerdo que había olvidado por completo. 


Cuando era adolescente los papas le habían tirado su diario íntimo a la basura. Se encontraron con un escrito de ella con mucho enojo por una situacion familiar. El padre disgustado le dijo que no escriba nunca más esas cosas si quería seguir viviendo en la casa.


Consultante: Me doy cuenta que deje de escribir por miedo al rechazo, por miedo a que sepan lo que siento.


Yo: ¿y que pasa si leen lo que sentis?


Consultante: Soy una mala hija.


Yo: ¿por sentir?


Consultante: Creo que ahora entiendo todo lo que me aguante para no quedar mal frente a mis papas.



Luego de compartirme este recuerdo  las próximas sesiones fueron diferentes. Se la notaba más suelta y se sentía más confiada a la hora de contarme situaciones de su vida.

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